El Escritor

Marcelo Beltrand Opazo



El era un gran escritor, yo, un simple aspirante de escritor. Me acuerdo cuando llegaba la prensa, después de algún lanzamiento de uno de sus libros, lo esperaban por largas horas, porque eran muchos los periodistas que venían a verlo, a saber de él, de lo que opinaba sobre el acontecer literario nacional e internacional, porque también viajaba mucho, y cuando viajaba yo me ponía muy triste. Pero cuando volvía, me traía libros, recuerdos, y muchas ideas para muchos libros, me las contaba y yo, humildemente, le sugería algunas cosas, que casi siempre coincidían con las cosas que él había pensado me decía, así es que las escribía y después publicaba. Y como yo era parte importante de su obra, él me lo decía siempre, le escribía las contratapas de sus libros y las dedicatorias a sus amigos. Con esas pequeñas cosas me decía, te estás convirtiendo en un escritor, porque para ser escritor hay que ser especial, hay que tener una sensibilidad especial, hay que ser capaz de ver más allá que lo que ven los simples mortales. No cualquiera es un escritor, no, hay que trabajar mucho, pensar mucho. Todo eso me decía. Y me lo decía en esos momentos tranquilos, en su enorme casa, casi siempre después de haber recibido un importante premio, porque recibió mucho premios. Cuando eso pasaba, y estábamos sólo los dos, bajo la sombra del castaño, me decía que había leído mis borradores y que los había encontrado buenos, pero que aún le faltaban algunas cosas y que justo él había estado desarrollando ese mismo tema y que los había tomado y los había mejorado y los había publicado. Para mi era increíble que él, un gran escritor, el más grande de todos, hubiera elegido mis borradores, era tan feliz.
Hoy, pienso en todo eso y leo mis borradores, convertidos en libros, exactamente como yo los escribí, pero con el nombre de él, y vuelvo a recordar, a ese, el gran escritor.

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