El ragalo

Marcelo Beltrand Opazo



Recuerdo aquel ocho de Julio, el día de mi cumpleaños, cuando mi Papá llegó a la casa, después del trabajo, con mi regalo, nunca lo voy a olvidar. Era una caja. En ella estaban los zapatos más hermosos que yo haya visto, y creo que eran los zapatos con lo que había soñado por mucho tiempo. Recuerdo que abrí el regalo con gran ansiedad, rompí el papel en mil pedazos, y partí la caja en dos. Al ver su contenido, la sonrisa más grande del mundo se dibujo en mi rostro. Las lágrimas brotaron de mis ojos, no de pena, sino, de felicidad. Que día aquel. Con la misma ansiedad me coloqué los zapatos, recuerdo que mi padre algo me dijo, y mi madre trato de evitar el que yo los usara, pero era tan feliz en ese momento que no los quise escuchar, y al parecer ellos no quisieron arruinar mi dicha. Nunca voy a olvidar esas dos semanas en mi vida, pues, éramos yo y mis zapatos, recorrí todas las calles que no conocía, les mostré la ciudad, el mundo, y puedo asegurar que durante esos días fuimos solo uno. Los primeros días me parecieron un tanto duros, y mis dedos tuvieron que amoldarse a los zapatos, pero no me importó, porque eran los mejores zapatos del mundo. Después de haber caminado desde mi casa hasta mi trabajo, tenía un poco acalambrados mis dedos, pero lo atribuí al excesivo esfuerzo de esos días. La segunda semana, opté por viajar en bicicleta, con mis zapatos por supuesto, y los calambres disminuyeron un poco, pero igual me dolían los pies, y mucho. Al terminar la semana, a pesar de la bicicleta, no podía caminar, y al volver ese día Viernes, mi madre llamó al médico, pero además me confesó algo... su confesión aclaró mis dudas, ella dijo:

- Hijo mío, los zapatos que tu padre te regaló, eran un recuerdo muy querido por ti... y queríamos que tu los tuvieras... pues, fueron los zapatos que te compramos en el colegio, cuando tenías 14 años...

En ese momento todo fue más claro, porque yo ya no tenía 10 años, había cumplido los 35... Las palabras de mi madre se convirtieron en el segundo regalo de mi cumpleaños, y volví a llorar, pero esta vez de dolor.

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